La cantante norteamericana Tina Turner murió en Küsnacht, Suiza, en medio de los misterios que rodearon su fallecimiento. Finalmente se conoció que su deceso se debió a causas naturales, luego de los quebrantos de salud que la aquejaron durante el último tiempo.
Turner padecía presión arterial alta y cáncer intestinal, además de haber sufrido un derrame cerebral en 2013 que conllevó a que ella tuviera que volver a aprender a caminar.
Como si fuera poco, en el 2016 recibió un trasplante de riñón por parte de su esposo, debido a que esta parte del cuerpo se vio seriamente afectado por los medicamentos para la presión.
Las últimas palabras públicas de la artista oriunda de Tennessee, de hecho, estuvieron relacionadas con esta enfermedad y la afectación a los riñones y las dio el pasado 23 de marzo, durante la conmemoración del Día Mundial del Riñón.
A través de su cuenta de Instagram dijo ese día: “Mis riñones son víctimas de no haberme dado cuenta de que mi hipertensión debería haber sido tratada con medicina convencional. Me he puesto en grave peligro al negarme a afrontar la realidad de que necesito un tratamiento diario y de por vida con medicación. Durante demasiado tiempo creí que mi cuerpo era un bastión intocable e indestructible. Por eso estoy encantada de poder apoyar una nueva campaña internacional en favor de la salud renal”.
Aunque su esposo Erwin Bach le pudo donar el riñón para extenderle su vida, pero los problemas físicos continuaron y Turner ya no era tan dependiente como en sus años gloriosos en la música.
Comments